jueves, 20 de febrero de 2014

¿Jugamos a los barquitos?

0

Sí, sí a los barquitos. Juguemos a tocarnos hasta hundirnos. ¿Qué te parece? Las reglas son el orgullo y la impaciencia ¿Vale? Es muy fácil. Tú tienes que tocarme con tu orgullo, hasta hundirme. Y yo, tengo que intentar hacer lo mismo contigo. ¿La impaciencia? Sí, la impaciencia por hundirnos, por ver quién pierde antes. Si pierdes, hundido quedarás. Si pierdo, hundida quedaré. Será un juego, un simple juego de niños, pero ya verás como deja de ser un juego para niños, cómo en un momento o en otro la impaciencia y el orgullo se unirán, verás como eso acabará con al menos uno de los dos. ¿Qué pasa si nos hundimos los dos a la vez? Hay un empate, por lo tanto hay que seguir jugando. 

¿Te has dado cuenta ya? ¿Te has dado cuenta de que a ese juego hacía mucho ya que tú y yo estábamos jugando? Oh... si no te has dado cuenta, espero que ahora sí. De todas maneras, la que va perdiendo ahora soy yo, y tú te has crecido mucho. Sé que tarde o temprano uno de los dos acabe un hundido, será cuando el juego acabe. 

¿Nos arrepentiremos de todo esto? No lo sé. No lo sé, ni lo quiero saber, por ahora solo quiero seguir jugando. Quiero intentar vencerte. Me has ganado muchas veces, pero esta vez es muy seria, demasiado seria, quizás. Y a lo mejor después me arrepiento, pero no voy a dejar que tu intentes hundir mis barcos, sin yo intentar hundir los tuyos. 



Todo esto tiene la pinta de que va a acabar muy mal. Y, sinceramente, creo que los dos sabemos quién tiene la culpa, quién, sin darse cuenta, empezó el juego. Y no fui yo. Y cuando uno de los dos diga ¡Tocado y hundido! Será entonces cuando nos demos cuenta de todo lo que perdimos. Aunque, repito, que no me arrepiento de nada de esto, De nada. Tú empezaste, yo no me quedaré quieta, eso tenlo por seguro. 

0 comentarios:

Publicar un comentario