sábado, 1 de agosto de 2015

Shadows.

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Todo está oscuro, nada más que puedo ver la figura de los objetos lo que me permite esquivarlos mientras corro. Me están persiguiendo, lo sé, aunque no veo a nadie, sé que hay alguien detrás mía. Intento ir lo más rápido posible, maldiciéndome por no haber hecho ejercicio cuando debía o no haber dejado el tabaco cuando tuve oportunidad. Jadeo. Escucho los pasos detrás de mí.
Intento no perder la mirada del frente, pero no puedo evitar mirar atrás para saber qué es lo que me persigue, aunque por más que mire, no veo a nada, solo lo escucho.

Entonces me paro en seco, tomando aire, jadeando. ¿Y si es solo mi imaginación? Son tan reales los pasos que escucho que no puedo evitar sentir miedo. Y cada vez los escucho más cerca, por lo que decido echar a correr de nuevo.

Por fin veo el final de este triste callejón, por fin puedo ver una calle en la que hay bastante gente, intento apretar, pero no puedo correr más rápido de lo que ya corro. Giro hacia la izquierda de forma rápida, y aprovecho para echar un vistazo hacia la calle. Entonces lo veo. La figura de una persona, la cual no se da por vencida aunque esté rodeada de personas en la calle.

Por lo que vuelvo a correr, intentando sacar las fuerzas de donde no las tengo, intentando llegar a casa, o al menos, a algún sitio seguro. Mi mala suerte me hace tropezar y caer al suelo. Tardo unos segundos en poder reaccionar, y en esos segundos veo esa figura humana más cerca, y es extraño, por que aunque estoy en una calle iluminada sigue viéndose como si fuese una sombra de aquel callejón. 
Levanto del suelo tratando de sacudirme, cogiendo una bocanada de aire, y con algún gesto de dolor. Mirando hacia detrás, echo a correr, y no tardo mucho en chocarme con alguien de la calle, entonces me fijo en su cara, no tiene rostro, ninguna de las personas que están a mi al rededor tienen rostro, y en ese momento es cuando esas figuras extrañas me comienzan a señalar.

Lo peor es que esa figura cada vez está más cerca. Tirado en el suelo, mirando la situación tan espeluznante que hay a mi al rededor, y viendo como esa figura se acerca a mi, solo grito, hasta sentir como se me desgarra la garganta.
Es entonces cuando lo único que me queda es dejarme comer por las sombras.

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