viernes, 2 de mayo de 2014

LSN

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Los días eran todos iguales, era difícil levantarse de la cama cuando sentías que no tenías nada por lo que levantarte. Era difícil pasar horas mirando la pantalla del móvil, esperando una llamada, un mensaje, algo que devuelva mi ilusión, pero nada de eso pasaba. Todo era triste, ¿por que levantarse? ¿Por que sonreír? ¿Se me daba bien tapar mis lágrimas entre risas? Caminar despacio, siempre con la mirada perdida. No importa el aire que respire, me sigo ahogando.  ¿Por que de repente las cosas cambian tanto? ¿Por que estabas y ahora te has ido? Es lo único que mi cabeza era capaz de pensar.
Pero tenía que levantarme ¿no? Tenía que empezar a encontrar la magia en los pequeños momentos, tenía que saber que era hora de dejar las cosas pasar. Pero si no lo hacía ¿que pasaría conmigo? Era tan estúpida, que me callaba las cosas, hasta a mi misma me murmuraba que era feliz, tratando de convencerme de una clara mentira; si me lo repetía mucho, quizás me convencía de ello. No sabía que tenía que hacer, no sabía a donde mirar cuando todos me apuntaban a mí. ¿Debía correr y huir? ¿O quedarme parada y aguantar, fingir ser fuerte? Veía todo tan triste, que era difícil encontrar esa magia.
Pero, no todo tiene que ser malo siempre. Por que puedes estar encerrado en un habitación, peleando con tu corazón, y tu cabeza, y que pierdas esa pelea y te quedes sin nada, pero puedes salir de esa habitación y dejar de pelear, simplemente por buscar sonrisas sinceras y no esa máscara que llevas. ¿Por que no pensaba eso antes? Por que aquello que me mata me hace sentir viva.
Aún así, no quería tocar fondo, no quería ser esa chica de la sonrisa rota, o esa chica que no tiene brillo en los ojos. Ya era tarde, por que me encontraba encerrada en una habitación llena de fotos, con toda la historia de mi vida. Miraba las fotos, una por una, y me preguntaba ¿que pasó con esa chica? No me daba cuenta de que, si no luchaba por misma, nadie lo haría. Vi tantas personas que han estado en mi vida y se han ido, otras tantas que se han quedado, y una, que se fue demasiado pronto, al menos para mí. Era difícil salir de esa habitación, podías quedarte encerrada para siempre, mirando lo que una vez el pasado fue, o podías salir, que era mucho más difícil que la primera, tenías que ser fuerte para salir, cerrar la puerta de esa habitación. Pero lo hice. Pude hacerlo. Y cuando salí, habían tantas sonrisas esperándome... 
Fue como si después de todo el dolor, después de casi tocar fondo, la vida empezara de verdad, aunque sabía que realmente no era así, pues todavía me queda mucho por pasar. Sonreí de verdad nada más salir, después de mucho tiempo sin hacerlo. Y todo se lo debo a las personas que estaban detrás de esas puertas, esas que sin ellas, seguiría viviendo en un invierno oscuro en el que siempre llueve.
Y gracias aquellas que me tiraron al suelo de un empujón y se rieron de mi, hoy no sería tan fuerte.
Ahora llegará la noche, saldré a la calle, sonriendo de nuevo, enseñaré los dientes al mundo, y volveré contando estrellas con la misma ilusión con la que lo solía hacer.

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