-¿Y qué te hizo perder el brillo de tus ojos?- Pregunta mirándome el chico.
-No, es que, si no quienes y por qué.-Respondo encogiéndome de ojos, y apartando la mirada de sus ojos celestes.
-Entonces ¿quienes?- Me mira curioso, mientras yo solo trato de no mirarle.
-Son cosas del pasado, y el pasado está de más. Solo que todo vino de una vez.
-Entiendo, no quieres hablar de ello.
-No, no me gusta hablar de esa mierda.
Ahora sí le miro, y le regalo una pequeña sonrisa. Tiene unos rizos muy graciosos sobre los ojos, los cuales son azules y con unas grandes pestañas, y sus labios son carnosos y rosados. Lleva un abrigo que le refugia del frío, al igual que los guantes. También viste con unos pitillos y unas zapatillas. El no responde a mi sonrisas, parece confuso, pues simplemente me mira, hasta que frunzo un poco el ceño, pero aún sonriendo.
-¿Qué pasa?
-Que me impresionas cada día más y que llevo tratando de entender tu mente desde que te conocí, y por cuanto más lo hago, ya sabes, intentar entenderte, más descubro que tú simplemente te callas todo.
-Lo hago.- Y sonrío de forma amplia, como orgullosa de callarme todo lo que pienso.
-Me mata de curiosidad.
-¿La curiosidad de qué?- Ahora dejo de sonreír.
-De saber de ti.
Empiezo a reír, pues suena estúpido. Le miro. Este chico tiene algo especial, se le nota.
-Quieres saber de mí ¿eh?-Alzo las cejas y me encojo de hombros.- Quédate cerca de mí, déjame aprender a confiar. Pero me va a llevar mucho tiempo.
-Pues me voy a quedar quieto a tu lado, hasta que aprendas a confiar. Lo único que vas a aprender de mi.
Es estúpido ¿verdad? Lo que una persona te quitó, te lo quiere devolver otra.
Río al pensar en ello, y miro al chico, que ahora sí está sonriendo.
domingo, 31 de agosto de 2014
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