martes, 30 de diciembre de 2014

Little things.

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Una vez más me encuentro encerrada. Y no necesito más que alas para salir de aquí. Pero claro, tú me las cortaste, tú y tus mentiras. Una vez más, estoy preguntándome a donde me lleva todo lo que hago, todo lo que siento, todo lo que creo necesitar, pero después me doy cuenta que soy una ilusa al sentir que esas cosas son de verdad, que no es más que una patada hacia mi misma por tal de buscar algo que intente llenar este vacío. Sí un vacío que trato de llenar con cada locura, con cada sonrisa. ¿Pero que más da? Solo sé que estoy aquí, mirando a través de esta ventana, observando el mismo y triste paisaje de siempre, buscando algo que pueda cambiar ese paisaje lleno de coches, de carreteras, de parques tristes que no cuidan, por algo que me haga sonreír.
Dejar de mirar la ventana para ver mi triste cuaderno naranja, que sobre su portada lleva escrito ''si lo lees, una maldición puede caerte''. Y no puedo evitar sentir añoranza al momento en el que escribí aquello. No puedo evitar sentir ganas de volver a estar sentada sobre mi cama y pensar 'por si alguien lo encuentra escribiré algo para que no lo lean'
¿Dónde quedó esa ilusión? En palabras que después se me clavaron como cuchillas en la espalda, en promesas que se esfumaron y en sueños que por día parece que están más lejos y que son más difíciles de conseguir. Pero claro, ¿Que más da lo que yo quiera, o lo que yo tenga, o lo que sueñe o lo que sienta? No importa. Solo importa que delante del mundo estés con una sonrisa de oreja a oreja, fingiendo que te vas a comer el mundo. 
Pero soy lo suficientemente inteligente como para dejar eso a un lado, y salir a buscar. A buscar la manera de que las cosas cambien, de que nada siga el curso que debería de seguir, a gritar y que me tomen por loca, a no parar de reír como si siempre hubiese algo que me hace de verdad soltar carcajadas sonoras, solo con tal de tener la esperanza que un día, como una vez pasó, las cosas cambiaran. Por que tal vez me di cuenta que hay que dejar de vivir esperando algo de los demás, esperando a que te salven, a que te den lo que tu a ellos les das, tal vez me di cuenta que solo debes de esperar de ti. 
Por eso mismo, recojo el cuaderno naranja que tengo sobre la mesa guardándolo en mi mochila negra. Me miro al espejo, regalándome a mi misma la mejor sonrisa que me puedo dar, y salgo de nuevo. Salgo con la misma esperanza que siempre; pero con la diferencia de que cada día trato de buscar una aventura nueva.

lunes, 15 de diciembre de 2014

''Lo que no te destroza, te deja roto por dentro''

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Miro el espejo, miro mi reflejo. ¿Esa de verdad soy yo? ¿Por qué no me reconozco? Coloco los dedos sobre el cristal, tratando de recordar quien era. Un recuerdo, como un golpe, aparece en mi cabeza. Me veo en una foto riendo, rodeada. ¿Ahora dónde estoy? ¿Por qué es todo tan confuso? 
Dejo de mirarme en el espejo para salir, para recorrer las calles, para correr. Cuanto más avanzo, la calle más me parece una fauna, rodeada de gente que como salvajes no te mira pero si te juzgan. Un paso adelante es como si diera dos atrás. Cansada de correr a quién sabe donde, cansada de mirar a mi al rededor con un abismo de esperanza, me siento en el suelo. Con las piernas recogidas, y la cabeza entre las rodillas, me siento pequeña, me siento sin fuerzas. Intento abrir una vez más los ojos y que de repente encontrase esa tranquilidad, como aquella vez, pero esta vez se que no voy a tener tanta suerte. ¿Qué por qué lo sé? Por que cada vez las cosas se hunden más, cada vez es todo más como si un tornado hubiese pasado por encima, para destrozarlo todo. 
Y entonces lo único que puedo hacer es gritar, pero lo hago en silencio. ¿Qué más da que me ahogue en un mar de palabras? De esas palabras que he querido soltar y no he podido.
Levanto del suelo, una vez más, entre fingidas sonrisas y falsas risas, caminando cansada bajo la noche. Buscando, quizás, tratando de encontrar lo que un día perdí; mi antiguo yo. Pero parece que todo está en contra. La lluvia cae sobre mí, con fuerza mientras rayos y tormentas suenan, mientras vuelvo a hacerme una bolita en el suelo y todo el que pasa me señala y se ríe. ¿Por que tantas miradas y expectativas en mí? 
Trato de levantarme una vez más, consiguiéndolo, y corro, corro de nuevo a mi cama. El único sitio seguro en el mundo. Allí me esperan mis más preciados en sueños que cuando llegue la mañana se convertiran en pesadillas. Allí es donde encontraré lo que un día perdí.
Pero al llegar y verlo todo vacío, al volver a ver el espejo otra vez en frente de mi, me doy cuenta de que eso que perdí nunca lo recuperaré, que todo lo que tengo que arreglar lo debo de hacer yo. ¿Pero que hago para que eso pase? ¿Para que todo esté tranquilo de nuevo, para que todo funcione, para girar otra vez con todo?
Vuelvo a dejar de mirar este, vuelvo a tirarme en mi cama, la que me acoge en sus brazos cada noche, y la única que recoge mis lágrimas sin reproches.
Una noche más, un día más, que más da.